Resfriado, ¿enfermedad o mecanismo de desintoxicación?
Por SimpleMente Terapias
¿Cuántas veces en la vida hemos tenido que padecer de ese desagradable resfriado con los típicos síntomas de abundante secreción nasal y bronquial, acompañado de estornudos y tos, y que generalmente no sabemos dónde y por qué se produjo?
¿Es el resfriado una enfermedad producida por un virus que nos ataca, o será en realidad un mecanismo de defensa y limpieza de nuestro propio organismo?
Aquí te lo explicamos.
El resfriado en realidad NO ES UNA ENFERMEDAD sino una respuesta del cuerpo para eliminar o deshacerse de las toxinas que acumulamos. El virus que se “activa” en un resfriado es sólo el elemento que desencadena un mecanismo de depuración y limpieza del organismo físico; es el que permite desencadenar una eliminación masiva y abundante de toxinas a través de las secreciones. Aunque parezca contradictorio, un resfriado es una verdadera bendición y no una enfermedad o un castigo, pues a través de él nuestro cuerpo se sana y se depura por sí mismo ayudando a recuperar y mantener la salud.
¿Pero cuáles son las toxinas? Son todas aquellas sustancias químicas, sustancias tóxicas, venenos y algunos nutrientes que el cuerpo no puede asimilar, que dañan nuestra salud produciendo estados de desequilibrio y de “emergencia”. Las consumimos a diario -a veces sin saberlo o sin tener conciencia del daño que nos hace- a través de la alimentación, de la respiración o a través de la piel, y que no han podido ser eliminadas o procesadas a través de los órganos encargados de filtrar la sangre de los residuos metabólicos y tóxicos, es decir, los pulmones, los riñones y el hígado.
Ejemplos de toxinas:
– A través de los alimentos: colorantes artificiales tales como la tartrazina, el amarillo crepúsculo, entre otros; preservantes como el benzoato de sodio o el benzoato de potasio; realzadores del sabor como el glutamato monosódico; edulcorantes artificiales tales como el aspartamo, la sucralosa, el ciclamato monosódico, el acesulfamo de potasio o la sacarina sódica; la mayoría de los medicamentos de origen químico farmacéutico; hormonas agregadas a plantas, ganado y aves producidos industrialmente; pesticidas usados en la agricultura industrial; alimentos manipulados genéticamente; el flúor agregado innecesariamente al agua potable; proteínas que el cuerpo no necesita como la caseína de la leche de vaca; otras proteínas y lipopolisacáridos que afectan al organismo ya que no los puede asimilar.
– A través de la piel, cabello o dientes: productos químicos, anilinas y metales pesados contenidos en productos cosméticos, maquillajes, algunas cremas, desodorantes, pastas dentales fluoradas, bloqueadores solares, productos farmacéuticos en base a cremas o pomadas; flúor contenido en el agua que absorbemos por los poros abiertos de la piel cuando tomamos duchas con agua caliente; etc.
– A través de la respiración: material particulado contenido en el aire producto de la mala combustión; metales pesados derivados de procesos industriales y emisión en vehículos de combustión interna; aerosoles como los que rociamos en el baño y que respiramos; el humo de cigarrillo que es un potente tóxico; etc.
El resfriado no tiene que ver con las estaciones del año ya que el cuerpo lo puede activar tanto en invierno como en verano o cada vez que decida que es necesario para deshacerse de toxinas. Literalmente es como “tirar la cadena”, un mecanismo que permite eliminar muchos desechos tóxicos acumulados al “alcantarillado“ de una sola vez. Y aunque el proceso no es agradable para nosotros, es muy efectivo y por eso el cuerpo decide utilizarlo. Muchas veces no entendemos por qué se produce o “quién nos contagió”, ya que obedece a mecanismos que maneja el sistema nervioso central a través de sus aliados o auxiliares de la salud que son los virus. No se debe necesariamente a que alguien “nos contagió”. Y si fuera así, bienvenido sea, ya que el cuerpo lo necesita. Otros auxiliares dedicados a eliminación de toxinas y humedad son las bacterias y hongos. No debemos ver a estos pequeños seres o microbios como enemigos sino como nuestros aliados que obedecen al cuerpo para recuperar la salud y el equilibrio químico, térmico, etc. Son falsas creencias que deben empezar a erradicarse y que han generado tanto daño a través del uso masivo de antibióticos y medicamentos químicos que más hacen daño y no resuelven las causas del problema.
Otras formas de ayudar al cuerpo a desintoxicarnos son mediante el ejercicio aeróbico, el cual, entre otros efectos positivos, produce abundante y benéfica transpiración. No hay que impedir que el cuerpo transpire porque es una de las formas que éste tiene de eliminar toxinas. Por eso no son recomendables los desodorantes antitranspirantes, ya que además de evitar la transpiración, nos contaminan con metales pesados como el aluminio que pueden llegar a producir enfermedades cerebrales como el Alzheimer (no confundir el aluminio metálico industrial con el aluminio iónico y natural presente en plantas y alimentos naturales en general, son completamente diferentes; los primeros son tóxicos, los segundos necesarios para la salud). Si tenemos las axilas en contacto directo con el aire no necesitamos en realidad desodorantes ya que la transpiración en si no tiene mal olor (¡pruébalo!). Si debemos usar ropa cuando hacemos ejercicio que impide la ventilación y evaporación del agua que transpiramos, entonces se producirá mal olor por las bacterias que el cuerpo necesita para eliminar el exceso de sudor. Entonces podemos ayudarnos con un desodorante de origen natural como el de cristal o piedra alumbre o el de sal o sulfato potásico, los que puedes conseguir en algunas farmacias y tiendas de productos naturales.
Los baños termales son otra forma efectiva de ayudar al organismo a desintoxicarse, pero también mediante baños caseros hechos disolviendo dos kilos de sal de mar en media tina de agua temperada a 37 grados o más.
Otra forma es consumiendo plantas depurativas en forma de jugos de frutas y verduras, tisanas, decocciones o ensaladas. Ejemplo de plantas depurativas son: boldo, llantén, tomillo, cardo mariano, diente de león, alcachofa, cola de caballo, limón, espárragos, apio, ajo, romero, repollo, avena, verdolaga, achicoria, cerezo, pino, sauce y muchas más. Pero por sobre todo, ayudamos a prevenir la intoxicación del organismo físico evitando consumir productos tóxicos como los que hemos mencionado en este artículo.
Es muy recomendable aprender a leer los ingredientes en las etiquetas de los alimentos procesados envasados de modo de decidir cuáles nos hacen bien y cuáles nos hacen mal por ser tóxicos o inconvenientes para la salud. Mientras más sana, orgánica y natural sea la comida que consumas a diario para alimentar tu cuerpo, menos te resfriarás, y menos te enfermarás.
En resumen, el resfriado o catarro, es un proceso de desintoxicación natural, un mecanismo que el cuerpo tiene para deshacerse de sustancias extrañas y dañinas para la salud. Sólo hay que esperar que este proceso finalice, hidratarse tomando bastante agua pura (no de la llave, el agua de la llave en muchos lugares contiene potentes tóxicos como el flúor que se le adiciona innecesariamente y se debe evitar), jugos de frutas, tisanas, y usar métodos naturales para aliviar los síntomas.
Las abuelas tenían buenos métodos para descongestionar las vías respiratorias como las inhalaciones con eucaliptus, el alcanfor, etc.
Se debe evitar tomar medicamentos químicos y antihistamínicos para evitar las secreciones ya que con ello no sólo impedimos que este mecanismo de limpieza del cuerpo cumpla su objetivo a cabalidad, sino que nos echamos más toxinas al organismo provocando una carga adicional e innecesaria a nuestros órganos depuradores que son el hígado, pulmones y riñones.
La naturaleza es muy sabia y el resfriado o catarro es parte de la naturaleza del cuerpo para mantenerse en salud o para recuperarla. El resfriado no es una enfermedad como nos han hecho creer, sino un mecanismo de depuración que el cuerpo tiene como recurso para deshacerse de las toxinas con ayuda de virus actuando como nuestros aliados de la salud. Así que la próxima vez que te resfríes no digas: “¡qué mala suerte, me contagié!”, sino “¡bienvenido resfriado que me ayudas a eliminar las toxinas de mi cuerpo!”.
Esperamos que esta información sea de utilidad para tu salud y la de tu familia, y que permita cambiar tu visión de lo que es salud y enfermedad, conceptos que ha sido tan distorsionados por la “ciencia oficial”.